¿Qué expectativas tenemos de dios y del mercado?

Hace poco leí un artículo en el que se mencionaba una entrevista que le hicieron a la hija del predicador Billy Graham. Le preguntaron “Cómo Dios ha permitido que algo así pase”, refiriéndose a lo sucedido el 11 de Septiembre. A continuación resumo algunas de las ideas contenidas en ese artículo para reflexionar.

Ella dijo que creía que “Dios estaba profundamente triste, tal como nosotros lo estamos, pues, por años le habíamos estado diciendo que se salga de nuestros colegios, de nuestros gobiernos y de nuestras vidas. Y siendo Él tan respetuoso de nuestras decisiones nos hizo caso ¿Cómo podemos pretender que Dios nos dé su bendición y su protección si le hemos ordenado que nos deje solos?”

Dio algunos ejemplos. “Madeline Murray O’Hare pidió que en ninguna escuela de los Estados Unidos se orara y nosotros dijimos que estaba bien. Ella fue asesinada. Luego alguien dijo que era mejor no leer la Biblia donde se nos dice que no se debe matar, que no se debe robar, que se debe amar al prójimo como a uno mismo. Y nosotros dijimos que eso estaba bien. El Dr. Spock, médico muy reconocido y autor de varios libros, dijo que no debemos castigar a nuestros hijos cuando se comporten mal porque sus pequeñas personalidades y su auto estima se pueden dañar. Y nosotros pensamos “un experto debe saber de lo que está hablando” y le hicimos caso. El hijo del Dr. Spock se suicidó. Luego algunos dijeron que los maestros y los directores de las escuelas no deben disciplinar a nuestros hijos cuando se comporten mal y todos estuvimos de acuerdo. (Existe una gran diferencia entre disciplinar y golpear, humillar o maltratar). Luego alguien dijo: ´permitamos que nuestras hijas tengan abortos si así lo quieren y ni siquiera tienen que decírselo a sus padres´. No nos opusimos. La industria del entretenimiento dijo: “hagamos programas de TV y películas que promuevan la violencia, el sexo ilícito y grabemos música que anime a la gente a violar, a usar drogas, a asesinar o a suicidarse. Nosotros dijimos es solo entretenimiento, no tiene efecto adverso, nadie toma esto en serio así que sigamos adelante.”

La Sra. Graham dijo. “Ahora nos preguntamos por qué nuestros niños no tienen conciencia, por qué no saben diferenciar lo bueno de lo malo, por qué no les importa matar a gente inocente, a sus compañeros, amigos o inclusive suicidarse. Probablemente si pensamos en ello lo suficiente nos daremos cuenta de que estamos cosechando lo que hemos sembrado. Es curioso ver cuán simple es para la gente apartar a Dios de sus vidas y luego preguntarse por qué el mundo se está yendo al infierno. ¿En dónde queremos estar… en el mundo lleno de inmoralidad, donde la gente ha sacado a Dios de su vida o en un espacio de respeto espiritual a otros seres humanos o a la naturaleza”.

Más allá de nuestras propias creencias religiosas y de si creemos en Dios o no, muchas religiones o doctrinas se han preocupado y responsabilizado por la construcción de valores en la sociedad. Muchas religiones, como organizaciones de seres humanos que son, con infinidad de imperfecciones y contradicciones. Varias personas, al negarlas por sus incoherencias, negaron la existencia de un ser Superior. Otros a ese Dios le llaman Ser Espiritual, Energía, Esencia Divina, Amor. Pocos son los que en más de una oportunidad no lo han cuestionado: ¿Cómo es que permites tanta maldad, que ocurra todo esto, las muertes, la destrucción de la naturaleza, la corrupción, las catástrofes? Las quejas persistentes como éstas esconden nuestras irresponsabilidades y ocultan o distraen la atención de las “catástrofes” que nosotros mismos generamos en nuestros entornos humanos, sociales, laborales, socio-ambientales y empresariales. En estos círculos es fácil cuestionar las contradicciones de las Iglesias. Más difícil es poner como tema de conversación lo que cada uno está haciendo, permitiendo que se haga, dejando de hacer, etc., que genera todo aquello que luego le achacamos a Dios (o como le llamemos) como responsable. No nos damos cuenta que estamos negando nuestra esencia y al hacerlo estamos obteniendo las consecuencias de nuestras propias decisiones. No hay que culpar ni cuestionar a nadie de lo que estamos obteniendo. Somos enteramente responsables por lo que nuestras acciones, nuestra indiferencia, nuestra visión cortoplacista o nuestro alineamiento al mercado está creando.

Hace poco escribí en un artículo en SE vinculado a la Ley Universitaria recientemente aprobada. Dije así: “Crear universidades con multiplicidad de conocimientos que desarrollen personas capaces para responder a las necesidades del mercado, manifiesta un supuesto no comunicado muy cuestionable: que el mercado y sus agentes están realmente resolviendo las crisis actuales más importantes de la sociedad y la humanidad. Esas crisis son la de valores, la financiera, la de convivencia, la de supervivencia y conservación de las especies incluyendo a la humana como una de ellas, la del cambio climático, la de inseguridad ciudadana y delincuencia, la de las drogas, la de la corrupción, etc. Si el mercado, sus agentes y sus paradigmas no están dando respuestas adecuadas a la solución de estas crisis y más aún las puede estar agravando y/o promoviendo, la universidad no puede estar al servicio del mercado si no al servicio de la humanidad para resolver sus grandes problemas y desafíos. La universidad debería cuestionar los paradigmas, los conceptos y conocimientos que agravan o generan esa crisis de valores o existenciales que estamos viviendo”.

Me pregunto si al mercado le interesa la existencia de Dios. Si no le interesa, puede estar promoviendo la pérdida de valores en la sociedad para alcanzar niveles de rentabilidad muy atractivos en algunas de sus operaciones empresariales.

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