El ojo paranoico gerencial

En la mayoría de organizaciones los líderes gerenciales se sienten presionados para resolver problemas y tomar decisiones de manera rápida y eficaz. No se les da tiempo para hacer un buen diagnóstico de lo que está sucediendo: no hay tiempo para la recopilación de información, el análisis, la interpretación, el diagnóstico y la generación de distintas posibilidades de acción.

Los líderes gerenciales exitosos son valorados por su capacidad y conocimientos para resolver problemas y pasar rápidamente a la acción. Mientras las organizaciones demanden cada vez más estas capacidades, más estratégica se vuelve la habilidad de activar el ojo “paranoico” gerencial que le permite al líder subirse al balcón de la auto observación y observación del mundo en que se desenvuelve para ser mucho más efectivo en el análisis, el diagnóstico, la resolución de problemas, la toma de decisiones y la consecución de resultados. Distanciarse del problema para verse a sí mismo y ver las relaciones entre uno y el contexto es fundamental para aplicar medidas correctivas sobre la marcha y tomar decisiones con rapidez.

¿Cómo activar el ojo paranoico?

Uno de los elementos fundamentales para la mejora continua y el alcanzar resultados extraordinarios en la vida radica en estar en permanente observación. Observamos los resultados, las conductas que conducen a ellos, las emociones que los inspiran, los pensamientos que articulamos para movernos a la acción y primeramente observamos el entorno que nos rodea, el que interpretamos, juzgamos y comparamos. Pensamos nuestras emociones cuando tomamos conciencia de lo que estamos sintiendo. Pensamos nuestros pensamientos cuando tomamos conciencia de los juicios, las opiniones y las interpretaciones que hacemos de la realidad, de otros y de nosotros mismos. Pensamos nuestros valores cuando tomamos conciencia de los valores que nos movilizan a la acción o nos permiten evaluar entre lo bueno o lo malo, lo efectivo o inefectivo en la vida. Pensamos nuestra energía cuando tomamos conciencia de los niveles de iniciativa, proactividad, entusiasmo y de nuestra involucración con la resolución de problemas y toma de decisiones sobre lo que ocurre en nuestra vida.

La práctica del liderazgo gerencial implica dos procesos fundamentales:

  • la observación para el diagnóstico
  • la acción para la obtención de resultados

Estos dos procesos se redespliegan en dos dimensiones:

  • los sistemas humanos (organizacionales, familiares, de amistades, de la sociedad, del ambiente y la naturaleza)
  • hacia uno mismo, como responsable de las respuestas/reacciones y de los resultados.

El líder gerencial diagnostica lo que ocurre en su entorno organizacional, personal o en la sociedad con la finalidad de resolver problemas y tomar decisiones. El líder, además, tiene que efectuar un auto diagnóstico y actuar sobre sí mismo para ser altamente efectivo en el contexto de los objetivos, los desafíos y los problemas sobre los que asume la responsabilidad de accionar. La práctica del autodiagnóstico está directamente relacionada con el observador, con ese ojo “paranoico” gerencial que hace un análisis de los hechos, esto es del entorno; de lo que el líder está pensando, sintiendo, de los valores que lo están operando, de sus conductas y actitudes; de los niveles de energía que mantiene ante la situación y de cómo todo eso está relacionándose con el entorno del problema o desafío que está enfrentando. El líder, en plena acción ha de ser capaz de auto observarse y hacer un diagnóstico de sí mismo para calibrar sus pensamientos, emociones, valores y las intervenciones más eficaces que el contexto le demanda. El líder debe tener una doble perspectiva:

  • la de sí mismo y los elementos de su ser
  • la del contexto en el que se mueve: equipos, otros gerentes, la sociedad y los otros agentes intervinientes en el desafío.

El proceso es de un doble diagnóstico, sobre uno mismo y sobre el sistema; y un doble accionar, sobre uno mismo y sobre el sistema.

El proceso de diagnóstico y acción empieza con un “qué”, para pasar a un “por qué” y abrirse a un mundo de posibilidades con un “y ahora qué”. Esta secuencia es típica de un proceso efectivo de resolución de problemas, toma de decisiones y ejecución: ¿Qué es lo que está ocurriendo? Por qué está ocurriendo? Y ahora qué vamos a hacer al respecto?

Ese ojo del observador es paranoico. Te acompaña siempre,

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