Crecimiento sostenible versus sostenibilidad, distinción conceptual clave

Costa Rica es un país con una gran biodiversidad. Tiene protegido el 52 % de su territorio. El rubro económico de mayor representatividad en su PBI es el turismo. Alta tecnología -microprocesadores- representa más del 20% de la exportación del país. Exporta también productos agrícolas. Su PBI per cápita en el 2013 fue de US$ 13,128.

El Perú es un país en el que se encuentran 84 de las 114 zonas de vida identificadas en nuestro planeta. Existen 1.700 variedades de aves, gran cantidad de mamíferos y todo tipo de animales. La flora peruana ha dado al mundo la más grande variedad de plantas domesticadas: más de mil variedades de papa. En las exportaciones peruanas, la minería, el gas e hidrocarburos, los productos agroindustriales y el turismo representan los rubros de mayor importancia. El PBI per cápita peruano en el 2013 fue de US$ 11,403.

El Perú es uno de los 17 países más megadiversos del planeta. Costa Rica no está en esa lista, pero tiene el 52% de su territorio protegido desde una perspectiva ambiental y de recursos naturales. El Perú está entre los tres países más vulnerables al cambio climático del mundo.

Un grupo de especialistas y grandes pensadores ha creado la nueva agenda de competitividad para el Perú 2014-18. Muy buena iniciativa basada en ocho pilares (ver SE 23.07.14). La protección del ambiente, la conservación de la fauna, la flora y de nuestra biodiversidad no figuran como uno de los pilares de la agenda

El problema es que la mayoría de autoridades y empresarios peruanos no tienen clara la distinción entre crecimiento sostenible y sostenibilidad. Hablan de crecimiento sostenible para hacer referencia  a que será permanente (nada más equivocado).

Sostenibilidad hace referencia a atender las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, y garantizar el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del ambiente y bienestar social. Juntando estas dos definiciones, podemos construir la de crecimiento sostenible. El Informe Brundtland de la ONU define ‘desarrollo’ o ‘crecimiento’ sostenible como aquellos caminos de progreso social, económico y político que satisfacen las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades.

Desde esta perspectiva -porque no hay otra- existe una grave confusión en el uso de los términos por parte de un muy buen número de economistas: “Castilla aseguró que el gobierno tiene la expectativa de que la inversión pública se sitúe en 5,9% del PBI a fines de este año (el 2013). ‘El nivel de este ratio ayudará a mantener un crecimiento sostenible en el país en el mediano plazo’, refirió.” (La República.pe, 5.6.13).

Obviamente “zapatero a su zapato”. El ministro de Economía es responsable del crecimiento y equilibrio macroeconómicos. El ministro del Ambiente necesita tener suficiente poder para equilibrar fuerzas y dar a la palabra ‘sostenibilidad’ su verdadero significado. El equilibrio lo ponen el primer ministro y el presidente con la visión de largo plazo y teniendo en cuenta a todos los agentes económicos y a la naturaleza. El trabajo en equipo tiene que estar presente también en el  Consejo de Ministros. El ministro Pulgar Vidal ha tenido la ecuanimidad y sabiduría para promover este equilibrio entre crecimiento y desarrollo (el verdadero crecimiento sostenible). Uno de sus grandes aportes es y deberá ser la formalización y erradicación de la minería ilegal, la protección de nuestra selva de la tala indiscriminada de árboles, la erradicación del tráfico ilegal de especies silvestres, la prohibición de los productos genéticamente modificados y la explotación de la minería, del gas y del petróleo con el menor impacto ambiental o con el pago de la huella ecológica por parte de estas industrias.

En la revista Decrecimiento, Una huida del totalitarismo económico, A. Karambolis dice: “No hay grupo o partido que no declare en manifiestos, programas o actos que todas las decisiones, estrategias e intenciones de su opción política van encaminadas al logro de “un planeta medioambientalmente sostenible”. Me pregunto -dice ella- si alguna de estas opciones políticas sabe lo que es un planeta medioambientalmente sostenible. Me contesto yo solita que las que apuestan por el capitalismo como modelo socioeconómico lo intuyen perfectamente y que, por eso, tratan de desvirtuar la idea como sea. Mucho me temo que otros proyectos políticos, los de la izquierda transformadora, precisamente los más necesarios para caminar hacia un planeta sostenible, están faltos de una reflexión profunda sobre la sostenibilidad y sus implicaciones.” Karambolis dice: “Lo sostenible es lo sencillo, lo austero, y se contrapone al consumo desenfrenado”.

Continúa: “La sostenibilidad no es sólo una reivindicación del ecologismo social. La sostenibilidad es la alternativa al neoliberalismo, la única posible, ya que aunque pretendiésemos repartir con equidad los beneficios de un sistema productivo basado en la extracción de recursos, seguiríamos tropezando con el problema de que el planeta no puede con la carga de tantos millones de seres humanos consumiendo y generando residuos a un ritmo insostenible, y eso, sin pensar en el resto del mundo vivo. Los modelos que calculan la huella ecológica dicen que, si todos los seres humanos viviesen como un ciudadano occidental medio, harían falta tres planetas. Así que con este modelo productivo es imposible que haya para todos. Es preciso detener el crecimiento en los países ricos, pero, además, no es posible que los países más pobres crezcan siguiendo los pasos de lo que hizo Occidente; no es sólo una cuestión ética, sino que no se puede. La sociedad occidental ya ha depredado una buena parte del ‘capital natural’ del futuro, por ello la búsqueda de alternativas sostenibles es urgente. La sostenibilidad es un camino que hay que descubrir en cada contexto, un camino complicado en el que hay que desandar mucho de lo andado, en el que hay que cambiar los paradigmas de la ciencia, en el que hay que revisar qué es el progreso o qué es el desarrollo. Un viaje, que por no haberse viajado antes, no tiene mapas, no tiene recetas. La sostenibilidad no es una ideología, no es un objeto de consumo, no es una frase hecha, no es una lucha colateral, no es una muletilla. Es la opción más solidaria con el presente y con el futuro. Es la opción más radical, subversiva y necesaria. Así que, por favor, si no van a hacer nada, por lo menos no nos lo pongan más difícil”, concluye.

Es hora de tomar conciencia de los paradigmas que nos mueven y que movilizan el mundo actual de los negocios. Ha llegado la hora de la Gran Transformación. No como una postura política o ideológica si no de sobrevivencia. No podemos seguir pensando en el crecimiento permanente, salvo que encontremos alternativas innovadoras de rechazar, reutilizar, reducir, recuperar y reciclar. No podemos esperar a que esas alternativas estén presentes para hacer algo diferente. Necesitamos actuar ya, y eso exige reducir el consumo desenfrenado por un consumo austero y sencillo. Necesitamos redefinir nuestros patrones de consumo y enfocarnos en una nutrición responsable e inteligente. Necesitamos enfocarnos en el consumo de lo local y lo orgánico. Necesitamos compensar nuestra huella ecológica.

No quiero que mis nietos me digan: “cómo es posible que sabiendo lo que estaba ocurriendo no hiciste nada”. Es mucho cargo de conciencia.

Y tú ¿qué vas a hacer al respecto?

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