¿Cómo conseguir lo que quieres? Aprendiendo a pedirlo

En un artículo anterior mencioné que existían cinco actos lingüísticos: afirmaciones, juicios, declaraciones, promesas y peticiones. En esta oportunidad nos enfocaremos exclusivamente en las peticiones.

Para que una petición sea efectiva debe haber tres elementos:

  1. Orador: quien emite la petición, esto es, quien hace el pedido.
  2. Oyente: a quien se le hace el pedido
  3. Condiciones de satisfacción, que incluyen:

I)                    La acción específica de la petición;

II)                  la fecha o plazo de ejecución; y,

III)                Los indicadores de medición y cumplimiento de lo solicitado.

En las condiciones de satisfacción, hay quienes tienen mayor capacidad para determinar la acción de manera muy específica y clara, para fijar claramente las fechas, o para determinar exactamente cuál es el resultado a alcanzar y cómo se va a medir. Hay quienes no fijan la fecha, no determinan la meta o no son claros en lo que se espera del otro. Luego de una autoevaluación se deben diseñar algunas señales (anclas) que permitan mejorar estas capacidades.

¿Quién es el orador? En el mundo organizacional (y también en el otro) para calificar como orador no basta con la autoridad FORMAL: ser el jefe (¿el padre?). Se necesita también autoridad MORAL. Esta última no se construye de la noche a la mañana, sino que requiere de una consistencia en el accionar por parte de quien solicita. Esa integridad y consistencia entre actos y palabras va generando confianza a lo largo de los años hasta que la persona erige su autoridad moral. Cuando sólo existe autoridad formal o ni siquiera ésta, quien escucha la petición buscará responder mínimamente a ella o encontrar excusas de por qué no pudo cumplir la petición, cuando llegue la fecha de cumplimiento. ¿Cómo está tu nivel de autoridad moral actualmente en tu entorno laboral? ¿Y en tu entorno familiar o personal? ¿Qué piensas hacer al respecto?.

En el caso del Oyente, muchas veces quien pide no toma en cuenta las circunstancias en que se encuentra la persona a la que se le pide algo. ¿Estará atravesando por un momento complicado en su vida? ¿Cómo está emocionalmente esa persona? ¿Está en condiciones de escuchar? La cercanía nos permite ser más empáticos a la hora de hacer las peticiones teniendo en cuenta las circunstancias que las rodean.  Otro tema a tener en cuenta ante las peticiones es, si el contexto y las formas en las que se pide algo son las adecuadas. ¿Frente a quiénes estamos haciéndole la petición a la persona? ¿Qué palabras, formas y actitud estoy utilizando para pedir algo? Dependiendo de las respuestas a todas estas preguntas, estaremos en condiciones de poder determinar si existe un Oyente a la hora de hacer nuestras peticiones, si está en condiciones de escuchar el requerimiento o si está ofuscado por sus circunstancias, el contexto o nuestras formas.

Finalmente, ¿la retroalimentación (feedback) y el reconocimiento son peticiones? Cuando retroalimentamos a un colaborador o a nuestros hijos estamos haciéndoles peticiones. Si la retroalimentación es de mejora le estamos pidiendo al otro que cambie su conducta. Para ser efectivos, necesitamos tener la autoridad MORAL, ser conscientes de que las circunstancias y el contexto son los más adecuados y que mis formas son las correctas. Tenemos que ser muy precisos en qué es lo que la persona tiene que cambiar, cuál podría ser la conducta o el comportamiento ideal y para cuándo nos gustaría que la persona haya alcanzado los resultados de su cambio. Lo mismo ocurre con el reconocimiento. Es también una petición. Le estamos pidiendo a la persona que siga manteniendo la conducta observada. Para ser muy efectivos en el reconocimiento es necesario describir de manera muy precisa y específica el comportamiento que consideramos adecuado para que al Oyente le quede totalmente claro lo que esperamos de él.

Hacer peticiones es fácil. Ser efectivo requiere de un mayor análisis y de desarrollar ciertos hábitos, siendo el primero el de la integridad.

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